lunes, 12 de octubre de 2009

LA MENCIÓN DE SUETONIO

"(Claudio) expulsó de Roma a los judíos, que provocaban alborotos continuamente a instigación de Cresto". (Cayo Suetonio Tranquilo: Vida de los Césares. Claudius, 25, 4.)

La mención que hace Suetonio de un tal Cresto o Crestos, como una personaje o un nombre que era motivo de disputas entre los judíos de Roma, hacia el año 49, no ha podido ser relacionada fehacientemente con Cristo. Pero, de todos modos queda siempre la duda.

Ahora, suponiendo que el tal Crestos sea el mismo Cristo de los cristianos, pues lo más lógico es pensar que dichas disputas en Roma era entre judíos ortodoxos y judíos cristianos, que por motivo de la interpretación sobre el mesianismo se habrían enfrascado en una discusión que derivó en violencia. Nada tendría que ver pues con una supuesta presencia física de Jesús en Roma, sino de una presencia "ideológica".

De Suetonio hay que resaltar más que nada el hecho que menciona a los cristianos en el contexto del reinado de Nerón (al igual que Tácito); esto es un dato muy importante, pues entre la crucifixión y dicho emperador habían pasado apenas 30 años, y eso prueba que ya por entonces los cristianos formaban una comunidad importante en el corazón del imperio. De esa misma época data la redacción de los primeros evangelios y la difusión de las últimas epístolas de Pablo, de modo que, el argumento de las bestias ateas de que "se inventó" la figura histórica de Cristo para "engañar a la gente" no se sostiene pues hubiera sido fácil desmontar la patraña histórica, debido a que aún existían en el mundo testigos de la existencia real e histórica de Jesús (por ejemplo, la diáspora judía que cada año visitaba Jerusalén en la festividad de la pascua)
Es necio pensar que un grupo de pescadores analfabetos inventasen una historia de la nada y que lo "vendiesen" como verdad histórica, pues justamente eso es lo que distingue al cristianismo de otras religiones: el cristianismo reclama su fundamento en hechos que ocurrieron en la vida real, física y terrenal, no en un remoto pasado inmemorial, sino en sucesos históricos como la vida, pasión y muerte del Señor.


Ese texto de las "coincidencias" no puede ser tomado en serio pues para comenzar no tiene autor; tampoco da referencias de qué fuentes se basa, pues no basta decir que los adoradores de Mitra antes del cristianismo ya tenían el ceremonial del pan y del vino, pues como te digo las evidencias que tenemos registran tales rituales recién a partir del siglo II, es decir posterior al nacimiento del cristianismo; y muchas otras cosas más. Tampoco el Mitra del hinduísmo es similar en características y cualidades al Mitra mistérico cuyo culto surgió bajo el imperio romano y eso que te lo explique mejor un especialista en religiones hindúes.

Álvaro S. Chiara G.

jueves, 8 de octubre de 2009

LAS PRUEBAS DE LA HISTORICIDAD DE JESÚS

¿Será posible que una persona que nunca existió, haya afectado tan notablemente la historia humana? Para cualquiera con sentido común, el hecho de afirmar que un personaje histórico que ha influido en todas las culturas durante dos milenios sea solo un invento de unos hombres incultos del primer siglo de nuestra era, es algo tan descabellado, por decir lo menos.

Al margen de las citas de historiadores antiguos que mencionan a Jesús como personaje histórico, existen por cierto otras muchas razones discernidas del mismo NT que disipan las dudas sobre la existencia de Jesús y que se podrían llamar "pruebas internas de la historicidad de Jesús":

- La ignominiosa ejecución de Jesús como un criminal despreciable suministra el argumento más contundente contra los impugnadores de la historicidad de Jesús. ¿Por qué? Porque la ejecución era un obstáculo para la difusión de la nueva fe entre los judíos y paganos, y de hecho la dificultó gravemente. Y es que para la mentalidad de entonces era inadmisible adorar a un hombre muerto en un suplicio destinado a los esclavos y delincuentes de la más baja ralea. Si la ejecución de Jesús, el Mesías, suponía un obstáculo para judíos y gentiles, no puede haber sido fruto de la invención de los apóstoles.

- Otras interrogantes que dejan mucho que pensar ¿habrían inventado sus seguidores que Jesús procedía de Nazaret, un pueblito de Galilea, muy alejado y pobre, y cuyos habitantes, al igual que todos los galileos, no gozaban de la simpatía de los judíos? ¿Es creíble que se inventara la traición de Judas, un compañero de confianza? ¿Es realista pensar que habrían inventado el relato en el que ellos mismos, los discípulos, lo abandonan cobardemente en el momento de su arresto? No es lógico pues creer que los discípulos hubieran elaborado detalles de la vida de Jesús perjudiciales para ellos y que después los proclamaran por todas partes.

- Además, el arte de enseñar de Jesús poseía un estilo único. La literatura judía del siglo primero no contiene nada que pueda compararse a sus ilustraciones. ¿Qué persona anónima pudiera haber "inventado" una obra maestra como el Sermón del Monte? Todos estos argumentos corroboran que los relatos evangélicos de la vida de Jesús son fidedignos. También hay pruebas externas de la historicidad de Jesús. Los cuatro Evangelios lo ubican en un entorno histórico y geográfico específico y detallado con gran exactitud. No son producto de la imaginación lugares como Belén, Galilea o Jerusalén, ni personajes como el emperador César Augusto, Tiberio, Herodes el Grande, Herodes Antipas, Poncio Pilato o grupos importantes como los saduceos y fariseos, ni las costumbres judías u otras peculiaridades. Todo ello formó parte de la vida del siglo primero y ha quedado confirmado por fuentes extrabíblicas y hallazgos arqueológicos.

A esto el ateo típico suele responder comparando los Evangelios con obras novelísticas como el Quijote, relatos ficticios que tienen fondo histórico y geográfico, pero no parecen darse cuenta de la falaz comparación: los cristianos "vendían" los Evangelios como relatos de sucesos reales y que en su momento podían fácilmente comprobarse, pues todavía existían testigos de esos hechos ; en cambio los novelistas de ahora venden sus novelas como lo que son, fantasías literarias.


De modo que hay pruebas contundentes, tanto internas como externas, de que Jesús es un personaje histórico. La posición del escéptico común y corriente es pedir "más pruebas documentales" de la existencia de Cristo. Como si fuese cuestión de rebuscar la tierra o las bibliotecas del mundo para encontrar ese tipo de documentos. Uno se limita a mostrar la evidencia disponible, la que todo el mundo conoce ¿que más pruebas que los 27 documentos del NT, escrita por diversos autores y en distintos lugares entre un lapso de tiempo de 50 años?

Álvaro S. Chiara G.

miércoles, 7 de octubre de 2009

EL "MITO DE CRISTO" ¿HIJO DE OTROS MITOS DE LA ANTIGÜEDAD?

El Taurobolium




Hace ya tiempo circuló por la red un bulo sobre las "similitudes" entre Cristo, Krishna y Mitra, un texto en la misma línea del de la profecía del fin del mundo para el 06-06-2006, el acercamiento del planeta Marte, los gigantes de la India, las propiedades dañinas de la Coca-Cola, es decir todas esas patrañas que algunos ingenuos se lo creen así sin más.

La mitología comparativa, que empezó con la célebre obra de James Frazer, "La Rama Dorada" publicada en 1906, hace tiempo que empezó a ser revisada críticamente, ya que está demasiado claro que se pueden hallar similitudes en las cosas más diversas, como por ejemplo, entre un botones de hotel y un oficial del ejército, solo porque existe un parecido entre sus uniformes (o como se decía en la época juvennil de Vargas Llosa, entre el uniforme de un chocolatero y el de un cadete del ejército). En todo caso, lo que se exige ahora es demostrar de qué manera un mito ha influido en otro, en este caso hay que tener en cuenta pruebas o indicios claros que apunten a ello y no solo resaltando las similitudes superficiales o simples presunciones y suposiciones, como se ha estilado hasta ahora cuando se compara a Cristo con los mitos paganos.

Pero aún así, no faltan ateos como Fernando Vallejo que repiten tales argumentos caducos, de manera irreflexiva y brutal, como es el estilo inconfundible de la gente fanatizada:

“De los muchos argumentos de Celso* contra el cristia­nismo el que para mí tiene mayor importancia es el que dice que esta nueva religión no pasa de ser una mitología más, sin originalidad, copiada de las de Grecia y el Oriente: también los mitos griegos le atribuían un nacimiento divi­no a Perseo, hijo de Zeus y de la virgen Danae; a Anfión, hijo de Zeus y de la virgen Antíope; a Eaco, hijo de Zeus y de la ninfa Egina; y a Minos, hijo de Zeus y de la virgen Eu­ropa. Y todos estos hijos de Dios hicieron milagros, como también los hicieron Hércules, Dioniso, Aristeas, Abaris y Cleómenes el estipaleo. Zamolxis, Pitágoras, Rampsinito, Orfeo, Protesilao, Hércules y Teseo habían resucitado. Y Asclepio o Esculapio había resucitado a los muertos. Los cristianos ridiculizaban a los cretenses porque llevaban a los forasteros a visitar la tumba de Zeus, pero Cristo también había resucitado de una tumba. A Cristo se le había deifica­do como hacía poco se había deificado a Antinoo, el efebo preferido del emperador Adriano. Los cristianos adoraban a Cristo como los egipcios adoraban a Osiris y a Isis, los de Sais a Atenea, los de Meroe a Zeus y a Dioniso, los naucra­titas a Serapis, etc." ("La puta de Babilonia", pag. 137).

*Celso, filósofo pagano del siglo II que escribió un libro anticristiano refutado por Orígenes.

Claro, comparando detalles y relatos puntuales de esa manera aleatoria, se puede relacionar hasta las cosas más extrañas y disímiles; se podrían incluso encontrar similitudes en mitos desarrollados en lugares distantes y sin contacto, como el caso de las culturas americanas. Hasta episodios históricos, podrían tener una "interpretación mitológica": la retirada de Napoleón de Rusia, escoltado por 12 generales podríase interpretarse también como una alegoría del zodíaco y el Sol. Las similitudes que se pueden encontrar entre Cristo y los mitos antiguos son pues solo superficiales; la esencia es totalmente distinta: la resucitación de Osiris no es equiparable a la Resurrección de Cristo; Osiris no resucita por voluntad propia sino mediante conjuros realizados por su esposa Isis; pero queda limitado a llevar una vida "en el más allá" que es una réplica exacta de la existencia terrenal. Pero nunca más volverá a estar entre los vivientes y reinará solo entre los muertos. Se le representa como un "dios-momia" ¿Dónde está la similitud básica con Cristo?

Y lean como remata el energúmeno Vallejo su grotesca perorata anticristiana:

“Y Celso hacía ver las coincidencias de muchas enseñanzas cristianas con creencias de los viejos misterios persas asociados al culto de Mitra. Observación que no era nueva pues ya el Padre de la Iglesia Justino Már­tir hablando de la eucaristía decía que "los malvados demo­nios la habían imitado en los misterios de Mitra, en cuyos ritos místicos se coloca un pan y una copa de agua delante de los iniciados mientras se dicen ciertos conjuros" (prime­ra Apología, 66). Mayor descaro no puede haber. ¡Acusar al mitraísmo de plagiar al cristianismo! Pero resulta que el cristianismo es posterior al mitraísmo en varios siglos, si no es que en más de un milenio. Mitra ya aparece en los Vedas, mil cuatrocientos años antes de Cristo. Así procede la Puta.” (Ibidem, pag. 138)

Obviamente el tal Vallejo ignora (o sea hace el que ignora) de que hasta ahora no se ha probado la relación de dependencia directa entre el Mitra de los indoiranios (es decir de la antigua India y el Irán) y el Mitra difundida en Occidente a partir del siglo I a. de C. como deidad de un culto mistérico. Para explicarlo mejor, el culto a Mitra de los antiguos iranios (medos, persas, etc.) podría ciertamente haber dado origen al mitraismo que se convirtió siglos después en la religión mistérica más popular del imperio romano, pero al carecer de más bases documentales no podemos afirmar qué características originales se conservaron y cuales fueron adoptadas o recreadas posteriormente. En definitiva, no podemos asegurar que el Mitra indoiranio sea el mismo del culto mistérico de Mitra.

Es más, el Mitra mencionado en los Vedas de los indios (que Vallejo fecha en 1400 años antes de CRISTO) es distinto en cualidades y rituales al Mitra contemporáneo del cristianismo y hasta el de los mismos iranios. De hecho, no existe ningún documento, ninguna fuente, que describa esos rituales del pan y el vino en las ceremonias mitraicas de los antiguos indoiranios, ni menos otras como el sacrificio del toro o la resurrección de Mitra. Alusiones documentadas o arqueológicas de tales rituales o creencias son posteriores al siglo II, es decir después del nacimiento del cristianismo. La afirmación de Justino, en el sentido de que esas ceremonias y creencias del mitraismo fueron plagiadas del cristianismo, hasta ahora no han sido pues desmentida por las evidencias.

Pero aún suponiendo que hubiera existido una "contaminación" mutua de rituales, la verdad monda y lironda es que existe una diferencia abismal entre las religiones mistéricas (que pululaban entonces en el imperio romano) y el cristianismo, al punto de que es un tremendo error creer que pudiese existir relaciones estrechas entre ambas corrientes. Veamos las diferencias más notorias:

- Las religiones mistéricas, como su nombre lo dice, se basaban en misterios, es decir en símbolos y ritos secretos, revelados únicamente a los miembros afiliados (a veces un culto mistérico estaba destinado solo para hombres y otro solo para mujeres). No tenían ningún texto o libro donde se condensara sus doctrinas. En cambio, el cristianismo es de carácter universal y abierto a todos: todo el mundo está llamado a la conversión, sin distingos de raza, sexo, condición social, etc., no existen doctrinas secretas reservadas para unos cuantos pues todo está consignado en los libros sagrados, que son leídos y citados públicamente, los bautismos, predicaciones y reuniones se dan en público (solo en época de persecuciones tuvieron que hacerse en secreto).

- Las religiones mistéricas no eran exclusivistas, es decir, uno podía iniciarse en tales cultos sin necesidad de abandonar su credo de origen. Por eso es que un hombre podía participar de los misterios de Isis, Cibeles, Mitra, y adorar a los otros dioses del panteón romano, todo al mismo tiempo y sin ningún inconveniente. En cambio el cristianismo exige que el converso abandone todo culto a dioses o deidades paganas y ser fiel al Dios verdadero y único. Ello era un concepto muy revolucionario en el mundo de entonces.

- Las religiones mistéricas giran en torno a figuras o deidades mitológicas intemporales que mediante su muerte y resurrección alegorizan el renacimiento anual de la vegetación. Un concepto totalmente ajeno al cristianismo, donde todo gira en torno a una experiencia de una persona histórica, un personaje de carne y hueso, un ser real, situado en un contexto histórico y cronológico preciso, tal como lo describen los Evangelios. La muerte y resurrección de Cristo no se puede relacionar con alegorizaciones del renacer anual de la naturaleza, sino que para el cristiano es un hecho real que tiene un significado circunscrito en la redención voluntaria del hombre a través de dicho sacrificio.

- Ciertamente algunas religiones mistéricas sostenían el concepto de la inmortalidad pero ésta se diferenciaba substancialmente del concepto cristiano. En los misterios de Dionisos, por ejemplo, la idea de la inmortalidad se basaba, no en la resurrección sino en la experiencia del éxtasis de la embriaguez. La resurrección de los muertos, tal como creen los cristianos, era más bien un concepto que repugnaba en demasía a los paganos.


Álvaro S. Chiara G.