jueves, 10 de abril de 2008

ANTIGÜEDADES DE LOS JUDÍOS

POR FLAVIO JOSEFO :

Libros XVIII, XIX y XX
ANTIGÜEDADES JUDAICAS

Menciones de Jesús el Cristo y Juan el Bautista


LIBRO XVIII

CAPITULO III

3. Por aquel tiempo existió un hombre sabio, llamado Jesús, si es lícito llamarlo hombre, porque realizó grandes milagros y fué maestro de aquellos hombres que aceptan con placer la verdad. Atrajo a muchos judíos y muchos gentiles. Era el Cristo. Delatado por los principales de los judíos, Pilatos lo condenó a la crucifixión. Aquellos que antes lo habían amado no dejaron de hacerlo, porque se les apareció al tercer día resu­citado; los profetas habían anunciado éste y mil otros hechos maravillosos acerca de él. Desde entonces hasta la actualidad existe la agrupación de los cristianos (1).

(1) Se supone que este párrafo ha sido interpolado, probablemente por un lector cristiano que añadió al manuscrito original una nota marginal, incor­porada luego en el texto. La suposición se basa sobre todo en la observación de que el pasaje interrumpe el relato, que prosigue en el párrafo siguiente, y que la caracterización de Jesús está redactada en términos que sólo pudo haber empleado un cristiano.



CAPITULO V

El tetrarca Herodes hace la guerra a Aretas, y es vencido. Historia de Juan Bautista. Vitelio, al informarse de la muerte de Tiberio, detiene las hostilidades

1. Por este tiempo surgieron disensiones entre Aretas, el rey de Petra y Herodes, por el siguiente motivo. Herodes el tetrarca casóse con la hija de Aretas, y vivió con ella durante mucho tiem­po. En viaje a Roma, fué a visitar a su hermano Herodes, hijo de otra madre, pues Herodes el tetrarca era hijo de la hija de Simón el sumo pontífice. Enamoróse de Herodias, la mujer de su her­mano, hija de Aristóbulo, otro de sus hermanos, y hermana de Agripa el grande. Tuvo la audacia de hablarle de matrimonio. No le disgusté a ella la propuesta; se convino entre los dos que ella iría a su casa así que él regresara de Roma; además él pro­metió repudiar a la hija de Aretas.
Después de formalizar estas promesas, él marchó a Roma. Cuan­do estaba ya de regreso, concluídos los asuntos para los cuales había ido a Roma, su esposa, informada de lo pactado con Hero­dias, antes de que él supiera que ella lo sabía, se dirigió a Ma­quero (1), fortaleza que se encuentra en los límites del territorio de Herodes y Aretas, sin que él sospechara sus propósitos. Herodes le envió a donde pedía ir, ignorando que su esposa estaba bien informada.
Pero ella, que había enviado algún tiempo antes emisarios a Maquero, lugar que entonces dependía de su padre, encontró allí todo preparado por su comandante para el viaje. De allí pasó a Arabia haciéndose escoltar por comandantes de los puestos suce­sivos, para llegar cuanto antes a presencia de su padre, y descu­brirle las intenciones de Herodes. Aretas buscó un pretexto de hostilidad a propósito de las fronteras del territorio de Gamala. Los dos reunieron sus ejércitos con fines bélicos y enviaron a sus generales.
Iniciadas las hostilidades, todo el ejército de Herodes fué ven­cido y muerto, pues fué traicionado por algunos prófugos que estaban al servicio dé Herodes, aunque eran de la tetrarquía de Filipo. Sobre esto Herodes informó por carta a Tiberio. Este, indignado con Aretas, escribió a Vitelio que le hiciera la guerra y se lo enviara vivo, encadenado, o, si era muerto, la cabeza. Tales fueron las órdenes de Tiberio al procónsul de Siria.


2. Algunos judíos creyeron que el ejército de Herodes había perecido por la ira de Dios, sufriendo el condigno castigo por haber muerto a Juan, llamado el Bautista. Herodes lo hizo matar, a pesar de ser un hombre justo que predicaba la práctica de la virtud, incitando a vivir con justicia mutua y con piedad hacia Dios, para así poder recibir el bautismo (2). Era con esta condición que Dios consideraba agradable el bautismo; se servían de él no para hacerse perdonar ciertas faltas, sino para purificar el cuerpo, con tal que previamente el alma hubiera sido purificada por la rectitud. Hombres de todos lados se habían reunido con él, pues se entusiasmaban al oírlo hablar. Sin embargo, Herodes, temeroso de que su gran autoridad indujera a los súbditos a rebelarse, pues el pueblo parecía estar dispuesto a seguir sus consejos, consideró más seguro, antes de que surgiera alguna novedad, quitarlo de en medio, de lo contrario quizá tendría que arrepentirse más tarde, si se produjera alguna conjuración. Es así como por estas sospe­chas de Herodes fué encarcelado y enviado a la fortaleza de Maquero, de la que hemos hablado antes, y allí fué muerto. Los judíos creían que en venganza de su muerte, fué derrotado el ejército de Herodes, queriendo Dios castigarlo.
(1) Fortaleza ubicada entre Palestina y Arabia, construida por Alejandro Janeo.
(2) V. Mateo, XIV, 1-12, Lucas, III, 1-3 y 19-20.




Flavio Josefo. ANTIGUEDADES DE LOS JUDÍOS. Tomo III. Editorial CLIE.

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